de pasada por santiago

La comida es un experiencia, cuando uno cocina se nutre de poder conocer cosas nuevas, de comerlas, prepararlas, de cocinar para los amigos y los seres queridos tanto como de hacerlo profesionalmente.
Me encanta vivir el pucón, pero la verdad es que si hay algo que echo de menos es comer en lugares distintos e interesantes, por acá hay un par de restaurantes buenos, pero después de un par de veces ya has probado todo y se vuelve algo casi mas social que ir a comer, con lo cual termina perdiendo la gracia.
Las últimas veces que fui a Santiago pude ir a algunos restaurantes que sin ser de los que salen a cada rato en los diarios, ni de los que tienen chefs de re nombre me hicieron gozar como cabro chico.

el primero fue el palacio lung fung (o algo así) un chino que queda en el centro, frente al municipal, habían pasado por lo menos 15 o 20 años desde la última vez que fui, en parte sería igual a como lo recordaba y en parte si se notaba el paso del tiempo, full recargado y ultra decorado como todo chino que se respete así mismo, acuario, jardín interior de plástico y lo peor de todo alfombras, alfombras por todos lados, suelo, paredes, techo, puertas!!!!!!!!! A mi hermana no le incomodaron y mi hijo las encontró cool, como no, era la primera vez que veía tal despliegue de alfombras en su vida.

Fuimos principalmente para poder evitar el sushi que Nico siempre quiere comer y que me gusta, pero que ya me tiene un poco aburrido y para que Maca pudiese ver si había algunos de los platillos que le iluminan la cara con recuerdos de Hong Kong.

pedimos un surtido de cosas, las cosas al vapor estaban Ok, pero nada para escribir a casa, pero el tipo que estaba a cargo de la freidora ese día andaba como los dioses, unos arrolladitos, no primavera, para empezar, empanadas de verduras y unas alitas de pollo todo increible!!!!!!!!!! Yo y mi hermana éramos exclamando fuck yeah!!!! Con cada cosa que probábamos, se pasó, como dice el proverbio, "dame una freidora y alimentaré al mundo", el que sabe manejar una freidora se nota al tiro.

Ahora que fui a principios de enero fui al majestic y al pad thai.

Extrañamente nunca había ido al majestic y obviamente pedí mucha más comida de la que podía realmente comer, tenía hambre y la verdad es que todo me tincaba, butter chicken y tandori de salmón, nan y arroz, comí como un cerdo, me reía solo y me acordaba de la comida de ravis, el restaurante indio que había en rarotonga y al cual éramos asiduos con Coni y varios amigos. No sé si son los recuerdos aumentado de cuando uno lo ha pasado bien o la compañía de amigos o el que no nos cobraran por llevar el vino lo que hacía todo más agradable en la isla que en pleno centro de Santiago con 40ªC. ir a comer en short y polera, con calor tropical, con un televisor en la cual pasaban todo el día películas de bollywood, el dueño Raj que nos recibía siempre, todo eso hace la diferencia y por supuesto que la nostalgia lo aumenta.

Al día siguiente me fui al pad thai, que termino siendo del nacho Montaner, un compañero de inacap, lástima que no supe si no cuando ya había pagado y me iba yendo, lindo su local, simple y sencillo, con una terraza con piscina, su perro Akita dando vueltas, comida thai muy rica y la verdad es que razonable de precio, sabores súper familiares, sabor a anakena.

Esta vez fui por 2 días a Santiago y por eso pude andar un poco más relajado, la mayoría de la veces llego en la mañana y me vuelvo la misma noche, con suerte tengo tiempo de ir a la fuente alemana o al domino entre tanta carrera, igual aunque no alcanzo como para llamarlo turismo gastronómico si por lo menos dio para comer rico y andar sin apuros por Santiago.

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